martes, 28 de agosto de 2012

Maiyet: moda de lujo a cambio de paz

El título, en su versión reductora, puede resultar demasiado simple y exento de matices, pero el objetivo de Maiyet, y eso es lo que más llama la atención de esta marca, es que fabrican moda de lujo - "ecolujo", le llaman - a cambio de promover la paz. Los gurús de la moda que ya han visto las creaciones añaden que a ellos lo que les ha interesado antes que el mensaje, es la belleza del producto.


Esta imagen limpia, de la campaña de verano 2012,
está protagonizada por Daria Verbow
y ha estado en la cabeza y las manos de Cass Bird

En los cimientos de Maiyet encontramos a tres personas clave. De una de ellas sorprende menos su presencia, Kristy Caylor, con una larga experiencia frente a marcas conocidas, como Gap. Pero los otros dos son nombres que dejan con la boca abierta a poco que uno investigue en su currículum. Uno de ellos es Paul van Zyl, en cuya tarjeta de visita hasta hace poco ponía "abogado especializado en casos de derechos humanos".  Y no casos menores. Colaboró con Desmond Tutu en la Comisión Verdad y Reconciliación de Sudáfrica, su país de origen. Y además fue uno de los fundadores del International Center for Transitional Justice.





Con este bagaje, ¿qué hace metido en el mundo de la moda? Paul van Zyl conoció a Daniel Lubetzky, un emprendedor social pionero en la teoría de utilizar los negocios para promover la paz. Aquí nació la idea: la moda de lujo se asociaría con pequeños artesanos en países como Kenia, India, Indonesia o Colombia, zonas de conflicto que necesitan el desarrollo de una economía local que disminuya los abusos contra los derechos humanos y los enfrentamientos, étnicos, religiosos o políticos. La filosofía de van Zyl es que así se podía prevenir el conflicto.


El colgante en forma de pez es un símbolo de la marca

La firma Maiyet nació en 2009. Paul y Kristy dieron la vuelta al mundo buscando sus proveedores: artesanos especializados en técnicas valiosas y manuales que dieran un valor añadido a la pieza, que las convirtiera en irrepetibles. Asi surgió su primer prototipo: un collar con un colgante de pez manufacturado en Kenia que se ha convertido en su amuleto.
Crean ropa y accesorios, que se venden en Barneys, los almacenes norteamericanos, junto a Stella McCartney o Proenza Schouler, aunque pronto estarán en las mejores tiendas de otros puntos del planeta como Paris o Tokyo. Sus diseños han apostado por el producto, no quieren que la gente los compre por caridad o compasión, sino porque les enamora la prenda.


 

Algunas voces se interrogan sobre esa yuxtaposición extraña de ropa a precios para bolsillos opulentos para financiar el futuro de pequeñas aldeas en lugares en otra civilización. Pero van Zyl asegura que así garantizan la actualización de la maquinaria, la formación de los artesanos y que sus condiciones de trabajo sean dignas: "Hay que ser una marca de éxito para conseguir estos objetivos".

 

  
Las joyas forman parte esencial de Maiyet

La colección, ya mostrada en las pasarelas de París en dos temporadas, es realmente bella.
Paul no había presenciado en la vida un desfile de moda, pero ahora reconoce a la primera los estampados hechos con bloques de madera de Jaipur, los batiks del oeste de Java, o la joyería de cuernos de Nairobi, esas artesanías que ahora mismo cuelgan de una percha en una tienda de lujo en Los Angeles.







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